EDADISMO: REFLEXIONES SOBRE UN FRACASO

Foto: Gene Page/AMC

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Estoy decepcionado. La publicación en Twitter que enlaza a mi artículo para Miista sobre el ageism o edadismo (la estereotipifación y discriminación sistémicas por razones de edad) únicamente ha recibido un like.

Sé que el artículo es meramente una presentación y una pequeña reflexión sobre el tema, pero por lo general mis escritos obtienen varios likes en la famosa red social. De hecho, un texto anterior centrado en establecer el marco en el que tratar el edadismo y otros problemas sociales ("La era de los despertares") fue mucho más exitoso.

Esto me tiene pensativo.

¿Es que mis artículos no son lo suficientemente interesantes, o son directamente malos, y los lectores están muy legítimamente hartos de ellos? ¿Es que este artículo en particular no cumple con los estándares esperados? (Por favor, Miista, hagamos como si estas preguntas nunca hayan sido formuladas.)

¿Es que no he sabido presentarlo de manera llamativa? Tal vez la foto que elegí para "publicitarlo" (la de las maduras Steinem y Pitman-Hughes, debajo de este párrafo) no sea la correcta... Durante media hora consideré seriamente el uso de una imagen de Carol Peletier (arriba), revolucionario personaje en The Walking Dead, pero descarté la idea porque la escopeta y la sangre podían conducir a engaño, y la dimensión institucional y sistémica del edadismo no quedaba claramente representada. Pero quizás hubiera dotado de más atractivo a la publicación.

La (segunda) foto icónica de Gloria Steinem y Dorothy Pitman-Hughes

Pero por otro lado no puedo evitar preguntarme si es posible que el propio edadismo esté jugando un papel en esta insoportable debacle. ¿Es posible que el edadismo sea al menos una de las causas de la falta de atención recibida por un artículo sobre el edadismo?

Quizás haya algo de verdad en esto. Porque, ya sabéis, las personas mayores no importan. No merecen nuestra atención cuando tantas cosas están sucediendo. Porque pertenecen al pasado. Porque no son más que residuos.

Fijémonos, por ejemplo, en la diferencia en la importancia que se otorga al desempleo juvenil frente a la que se otorga al desempleo de larga duración entre mayores de cincuenta años. Los propios partidos progresistas tienden a prometer más medidas contra el primero que contra el segundo, si es que llegan a tener al segundo en cuenta.

Y quizás otro aspecto del edadismo esté presente aquí. Quizás tenemos miedo a enfrentar nuestro propio futuro (o presente, el edadismo también vive entre los mayores) como individuos de edad avanzada. Porque lo asociamos con la inexorable decadencia en todas las facetas de la vida. Porque lo asociamos (¡eureka!) con ser ignorados. Porque lo asociamos con la falta de agencia. (Tengamos en cuenta que en el primer caso estamos asumiendo algo que no es universalmente cierto y que, cuando es cierto, puede ser significativamente aliviado por la política... si la política quiere... En cuanto a los dos casos restantes, ambos pueden ser políticamente solucionados en su totalidad). Y, finalmente, porque (erróneamente) asociamos ese futuro (o presente) como personas de edad avanzada con la muerte inminente. Y la muerte, una de las pocas cosas que me atrevería a llamar normales en sentido no peyorativo, es algo en lo que no queremos pensar. Preferimos transitar a ciegas el camino de la vida.

O quizás, de nuevo, la falta de atención que egocéntricamente me preocupa se deba simplemente a un fracaso por mi parte. Por descontado, mi deseo es que así no sea, pero no puedo descartar la posibilidad.

The end.